Hermanos: Por lo que toca a la venida de nuestro Señor Jesucristo y a nuestro encuentro con él, les rogamos que no se dejen perturbar tan fácilmente. No se alarmen ni por supuestas revelaciones ni por palabras o cartas atribuidas a nosotros, que los induzcan a pensar que el día del Señor es inminente. Que nadie los engañe en ninguna forma. (2 Tes 2:1-3)
Pobre San Pablo . . . tenía aguantar muchas tribulaciones: persecuciones, palizas, la cárcel, naufragios . . . y peor de todo, otros cristianos escribiendo cartas falsas en su nombre. Y ¿para qué? Para asustar a la gente con el final del mundo. Pues, dos mil años después seguimos con las mismas tonterías. Y ¿que nos dice San Pablo? El mismo consejo que el dio a los tesalonicenses: ¡Manténganse firmes y conserven la doctrina que les hemos enseñado!”