Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.

Luego Jesús dijo al que lo había invitado: “Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque puede ser que ellos te inviten a su vez, y con eso quedarías recompensado. Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los cojos y a los ciegos; y así serás dichoso, porque ellos no tienen con qué pagarte; pero ya se te pagará, cuando resuciten los justos”. (Lc 14:1, 7-14)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/083125.cfm
Recuerdo a una pareja de una de mis parroquias que siempre invitaba a quienes no tenían con quién compartir las festividades: el Día de Acción de Gracias, la Navidad, la Pascua y el Cuatro de julio. A veces nos reuníamos entre 14 y 20 personas en su casa. ¡Tal vez, eso era lo que el Señor tenía en mente también para la Eucaristía! Quizás debamos acercarnos a quienes NO están en la Mesa del Señor, especialmente a aquellos a quienes nadie más invitaría..