Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.

Los vencedores, con las cítaras que Dios les había dado, cantaban el cántico de Moisés, el siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: “Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, Dios todopoderoso; justo y verdadero tu proceder, rey de las naciones. ¿Quién no te respetará, Señor? ¿Quién no te alabará? Ya que sólo tú eres santo, y todas las naciones vendrán a adorarte, porque tus justas sentencias han quedado patentes”. (Apoc 15:1-4)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/112724.cfm
La liturgia del cielo continúa con el Canto del Cordero. Crecí en una iglesia donde la música era importante. Incluso canté en el coro de niños. Y todavía puedo recordar las canciones que cantábamos. La música es una manera de llegar a Dios. Como dice el himno: "¡Alzcen todas las voces y canten, hasta que suenen la tierra y el cielo!"