Los vencedores, con las cítaras que Dios les había dado, cantaban el cántico de Moisés, el siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: “Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, Dios todopoderoso; justo y verdadero tu proceder, rey de las naciones. ¿Quién no te respetará, Señor? ¿Quién no te alabará? Ya que sólo tú eres santo, y todas las naciones vendrán a adorarte, porque tus justas sentencias han quedado patentes”. (Apoc 15:1-4)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/112724.cfm
La liturgia del cielo continúa con el Canto del Cordero. Crecí en una iglesia donde la música era importante. Incluso canté en el coro de niños. Y todavía puedo recordar las canciones que cantábamos. La música es una manera de llegar a Dios. Como dice el himno: "¡Alzcen todas las voces y canten, hasta que suenen la tierra y el cielo!"