Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.

Los cuatro seres vivientes tenían seis alas cada uno y estaban llenos de ojos por donde quiera. Y no se cansaban de repetir día y noche: “Santo, santo, santo es el Señor, Dios todopoderoso, el que era, el que es y el que ha de venir”. Los veinticuatro ancianos se postraban ante el trono, diciendo: “Señor y Dios nuestro, tú mereces recibir la gloria, el honor y el poder, porque tú has creado todas las cosas: tú has querido que ellas existieran y fueron creadas”. (Apoc 4:1-11)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/112024.cfm
Los himnos del Libro del Apocalipsis son un eco de la liturgia celebrada y cantada en esta primitiva comunidad cristiana. Tal vez sea la liturgia la que es la mejor clave para comprender lo que muchos ven como un libro misterioso.