Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.

“Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad construida en lo alto de un monte; y cuando se enciende una vela, no se esconde debajo de una olla, sino que se pone sobre un candelero, para que alumbre a todos los de la casa. Que de igual manera brille la luz de ustedes ante los hombres, para que viendo las buenas obras que ustedes hacen, den gloria a su Padre, que está en los cielos’’. (Mt 5:14-16)

Las canciones que aprendimos en la niñez se quedan con nosotros toda la vida. Nos dan lecciones valiosas. Hay que recordar que nuestra lucecita puede cambiar el mundo si tengamos la valentía de dejarla brillar.

Esta lucecita la dejaré brillar Esta lucecita la dejaré brillar Esta lucecita la dejaré brillar Brillará, brillará, brillará.