Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.

No tengo por qué presumir de predicar el Evangelio, puesto que ésa es mi obligación. ¡Ay de mí, si no anuncio el Evangelio! (1 Cor 9:16-19, 22-27)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/091324.cfm
San Juan Crisóstomo era arzobispo de Constantinopla y uno de los mejores predicadores de la iglesia. El emperador y su esposa eran miembros de su parroquia. La emperatriz y sus amigas querían adornar la iglesia con vestimentas de seda y cálices de oro. Y San Juan Crisóstomo predicó: “Den a Dios el honor prescrito en la ley de Dios dando sus riquezas a los pobres. Porque Dios no quiere cálices de oro sino corazones de oro”. La emperatriz hizo que lo exiliaran. La foto de hoy es de Hagia Sophia, la catedral de San Juan Crisóstomo. El himno de hoy es de la Liturgia de San Juan Crisóstomo.