Querido hermano: Recuerda siempre que Jesucristo, descendiente de David, resucitó de entre los muertos, conforme al Evangelio que yo predico. Por este Evangelio sufro hasta llevar cadenas, como un malhechor; pero la Palabra de Dios no está encadenada. (2 Tim 2:8-9)
Niños inmigrantes separados de sus papás y encerrados en jaulas han tocado el Sagrado Corazón de Jesús. Pero todavía sigue pasando. ¿Cuando vamos a hacer la conexión entre la Palabra de Dios no encadenada y las jaulas en que cerramos los unos a los otros? Como Jesús dice, no hay dos mandamientos distintos, amar a Dios y amar al prójimo, porque el segundo es igual al primero. O como dice la Primera Carta de San Juan:
El que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios a quien no ha visto. (1 Jn 4:20)