Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.

En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se animaba siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: “¡Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador!” (Lc 18:9-14)
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La Oración a Jesús ("Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí") es una antigua oración de la espiritualidad cristiana y viene de la parábola del fariseo y el recaudador de impuestos. Los Padres y Madres del Desierto recomendaron la Oración a Jesús a sus discípulos y nos legaron su profunda sencillez. El corazón de toda oración es el nombre de Jesús. Como nos recuerda el Catecismo El Ave María alcanza su punto culminante en las palabras "bendito es el fruto de tu vientre, Jesús" (CC 435).