Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.

Por la noche, Pablo tuvo una aparición: vio a un macedonio, que de pie ante él, le rogaba: “¡Ven a Macedonia y ayúdanos!” Después de esta visión, determinamos salir para Macedonia, convencidos de que Dios nos llamaba a predicar allí el Evangelio. (Hechos 16:9-10)

A veces las visiones en la noche nos ofrecen un futuro que no podríamos imaginar. La visión de San Pablo lo llamó a Macedonia—el antiguo hogar de Alejandro Magno. Y de repente la Cristiandad estaba saliendo del Medio Oriente, y poco a poco llegando al Oeste y eventualmente a Roma misma, cumpliendo las palabras de Jesús: “Me serán testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra”. (Hechos 1:8)