Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.

En aquel tiempo, se encontraba enfermo Lázaro, en Betania, el pueblo de María y de su hermana Marta. María era la que una vez ungió al Señor con perfume y le enjugó los pies con su cabellera. El enfermo era su hermano Lázaro. Por eso las dos hermanas le mandaron decir a Jesús: “Señor, el amigo a quien tanto quieres está enfermo”. Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Jesús se puso a llorar y los judíos comentaban: “De veras ¡cuánto lo amaba!” (Jn 11:1-45)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/032623.cfm
Tres veces en este poderoso capítulo, el Cuarto Evangelio nos dice que Lázaro es amado por Jesús. ¿Podría Lázaro ser el Discípulo Amado? Bueno, podría explicar algunos detalles fascinantes en este Cuarto Evangelio. Y ciertamente nos dice que importante es el amor en la Comunidad del Cuarto Evangelio que se ha reunido en torno al Discípulo Amado. Tal vez para todos nosotros, discípulos amados, la casa de Betania, la casa de Marta, María y Lázaro, sea el modelo para todas las comunidades cristianas. Comunidades basadas no sólo en poder apostólico, sino en poder apostólico templado por el amor.