No permita Dios que yo me gloríe en algo que no sea la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por el cual el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo. De ahora en adelante, que nadie me ponga más obstáculos, porque llevo en mi cuerpo las marcas de Jesús. (Gál 6:14-18)
https://bible.usccb.org/es/bible/readings/070322.cfm
Los estigmas (llevar las heridas de Cristo en la propia carne) no es algo de lo que maravillarse, como suele hacer la gente. El problema es que la gente nunca reconoce las heridas de Cristo en los pobres, en los agobiados por la enfermedad, en los marginados de la sociedad. Sus heridas son los verdaderos estigmas de Cristo, y esas heridas nos acusan a todos. Quizás San Pablo tiene razón al recordarnos que solo debemos gloriarnos en la Cruz de nuestro Señor Jesucristo.
Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.
XIV Domingo, Tiempo Ordinario
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