Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.

Entonces el rey David se estremeció. Subió al mirador que está encima de la puerta de la ciudad y rompió a llorar, diciendo: “Hijo mío, Absalón; hijo, hijo mío, Absalón. Ojalá hubiera muerto yo en tu lugar, Absalón, hijo mío”. (2 Sam 18:9-10, 14b, 24-25a, 30-19:3)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/020122.cfm
La muerte de Absalón traspasa el corazón de David. Su lamento de angustia es el grito de todo padre que ha perdido a un hijo. Hoy es la fiesta de Santa Brígida de Kildare, una de los tres santos patronos de Irelanda.