Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.

Ya está cerca el día del Señor.
Es un día de oscuridad y de tinieblas,
día de nubes y de tormenta. (Joel 1:13-15;2:1-2)

El Día del Señor en el profeta Joel es aterrador. Pero como nos recuerda el salmo de hoy: El Señor juzgará al mundo con justicia (Salmo 9: 2-3,6; 16: 8-9). Quizás, las antiguas Obras de Misericordia Corporales puedan ser útiles en el Día del Señor: alimentar a los hambrientos, dar de beber a los sedientos, vestir a los desnudos, albergar a los desamparados, visitar a los enfermos, visitar a los presos, y enterrar a los muertos. Como nos recuerda la Profesión de Fe, habrá un examen final. . . “De nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.”