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Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.

En aquel día, el Señor del universo
 preparará sobre este monte 
un festín con platillos suculentos 
para todos los pueblos; 
un banquete con vinos exquisitos
 y manjares sustanciosos.
 Él arrancará en este monte 
el velo que cubre el rostro de todos los pueblos,
 el paño que oscurece a todas las naciones. 
Destruirá la muerte para siempre;
 el Señor Dios enjugará las lágrimas de todos los rostros
 y borrará de toda la tierra la afrenta de su pueblo.
 Así lo ha dicho el Señor.
En aquel día se dirá:
 “Aquí está nuestro Dios, 
de quien esperábamos que nos salvara.
 Alegrémonos y gocemos con la salvación que nos trae, 
porque la mano del Señor reposará en este monte”.
(Is 25:6-10a)

Las profecías de Isaías forman la base del tiempo de Adviento. Después tanta muerte en esta pandemia el profeta Isaías nos da muchas esperanzas: que Dios viene para salvarnos y enjugar nuestras lágrimas, y destruir la muerte para siempre. Todo esto será cumplido en la venida gloriosa de Jesús. La foto de hoy es "Jesús y los panes y los pescados" por Bénédite de la Roncière de una escena de la comunidad católica de Camerún.