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Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.

Entonces Jesús se enderezó y le preguntó: “Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Nadie te ha condenado?” Ella le contestó: “Nadie, Señor”. Y Jesús le dijo: “Tampoco yo te condeno. Vete y ya no vuelvas a pecar”. (Jn 8:10-11)

En la historia de Susana y los Dos Ancianos (Daniel 13:1-64), toda la asamblea “levantó la voz y bendijo a Dios, que salva a los que esperan en él. Aquel día se salvó una vida inocente.” Pero el evangelio de Jesús y la Mujer Adúltera es otra historia por completo. Tal vez se debiera decir: “Aquel día se salvó una vida NO inocente.” O como dijo el afiche de la casa de retiros de la diócesis que mostró una mano con piedra: “Un día le pidieron a Jesús su apoyo para la pena de muerte, y les dijo, “Aquel de ustedes que no tenga pecado, que le tire la primera piedra.”