Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo, el Señor, y nos presentamos como servidores de ustedes, por Jesús. Pues el mismo Dios que dijo: Brille la luz en medio de las tinieblas, es el que ha hecho brillar su luz en nuestros corazones, para dar a conocer el resplandor de la gloria de Dios, que se manifiesta en el rostro de Cristo.
(2 Cor 3:15-4:1,3-6)
La gloria de Dios en el rostro de Jesucristo. . . esa gloria brilla a nuestro alrededor. . . en el rostro de todos nuestros hermanos y hermanas, especialmente de los más vulnerables y dolidos.