Al llegar a mi casa el cabrito, comenzó a balar, y yo, al oírlo, llamé a Ana y le pregunté: “¿De dónde ha salido ese cabrito? ¿No será robado? Devuélveselo a sus dueños, porque nosotros no podemos comer nada robado”. Entonces ella me respondió: “Es un regalo que me hicieron, además de mi paga”. Pero yo no le creí y le dije que lo devolviera a sus dueños y me enojé con ella por ese motivo. Entonces ella me replicó: “¿De qué te han servido tus limosnas? ¿De qué te han servido tus buenas obras? ¡Dímelo tú, que todo lo sabes!”
(Tobías 2:9-14)
Incluso para los santos, la vida doméstica puede ser un poco estresante, como ilustra esta lectura del Libro de Tobías. El justo puede "dar generosamente a los pobres", como señala el salmo de hoy, pero si quiere tranquilidad doméstica, es mejor que primero se asegure de aclararlo con su esposa.