Después el carcelero los sacó de allí y les preguntó: “¿Qué debo hacer para salvarme?” Ellos le contestaron: “Cree en el Señor Jesús y te salvarás, tú y tu familia”. Y les explicaron la palabra del Señor a él y a todos los de su casa.
El carcelero se los llevó aparte, y en aquella misma hora de la noche les lavó las heridas y enseguida se bautizó él con todos los suyos.
(Hechos 16:22-34)
La historia de Pablo y Silas en la prisión tiene este fascinante detalle: después de que el carcelero les lavó las heridas, él y toda su familia fueron bautizados de inmediato. ¡Todos se lavan y disfrutan de una comida celebrando nueva fe en Dios!