Después de escuchar las palabras del ángel,
las mujeres se alejaron a toda prisa del sepulcro, y llenas de temor y de gran alegría,
corrieron a dar la noticia a los discípulos.
Pero de repente Jesús les salió al encuentro
y las saludó.
Ellas se le acercaron, le abrazaron los pies
y lo adoraron.
Entonces les dijo Jesús: “No tengan miedo.
Vayan a decir a mis hermanos que se dirijan
a Galilea.
Allá me verán”.
(Mt 28:8-10)
El Octavo de la Pascua nos invita a celebrar cada día de esta semana como la Pascua misma. Vemos al Señor Resucitado por medio de las historias de las apariencias del Resucitado a los primeros discípulos como si fuéramos pasando por las horas del primer Domingo de Pascua. Y a estas historias añadamos nuestra propias, porque hemos visto al Señor Resucitado quien nos prometió: “Estaré con ustedes hasta el fin del mundo” (Mt 28:20).