Seis días antes de la Pascua,
fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro,
a quien había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena; Marta servía
y Lázaro era uno de los que estaban con él
a la mesa.
María tomó entonces una libra de perfume
de nardo auténtico, muy costoso,
le ungió a Jesús los pies con él y se los enjugó con su cabellera,
y la casa se llenó con la fragancia del perfume.
(Jn 12:1-3)
Me acuerdo de la dedicación del nuevo altar en la Capilla de Nuestra Señora de Fátima en Winston-Salem, NC. En aquella época la Capilla pertenecía a la Parroquia de San Benito el Moro. El obispo derramó todo el frasco de Oleo de Crisma en la superficie del altar y empezó a frotarlo con la mano hasta el borde. Todos quedaron estupefactos con la extravaganza del gesto mientras la Capilla se llenaba con la fragrancia del Crisma.