“Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y telas finas y banqueteaba espléndidamente cada día. Y un mendigo, llamado Lázaro, yacía a la entrada de su casa, cubierto de llagas y ansiando llenarse con las sobras que caían de la mesa del rico. Y hasta los perros se acercaban a lamerle las llagas."
(Lc 16:19-31)
En el primer siglo, los perros eran mascotas con seguridad. . . pero los perros de la calle eran carroñeros. En la parábola, Jesús dice que el rico muere y es sepultado. El pobre muere. . . y ¿qué pasa? ¡Los perros lo comen! Qué historia . . . para todos nosotros.