Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.

CRISTO REY 2019
(2 Sam 5:1-3; Col 1:12-20; Lc 23:35-43)

 

¡Qué importante son los recuerdos! Recuerdos de casa, recuerdos de fiestas ya pasadas, recuerdos de comidas especiales y platos favoritos, recuerdos de nuestros seres queridos difuntos. Se dice que cuando nos dejamos de recordar, nos olvidamos, nos olvidamos de quienes somos. Porque los recuerdos nos hacen la gente que somos: recuerdos de amor, recuerdos de pérdidas, poderosos recuerdos que nos unen con nuestras raíces. Los recuerdos son importantes. Son la base de nuestra vida.

Aunque los recuerdos humanos se pueden desvanecer por la vejez . . . Dios no tiene ese problema. Dios siempre se acuerda de nosotros. Su memoria sigue. Nosotros podemos olvidar . . . pero Dios no. Siempre se acuerda de nosotros con amor. Cuando el ladrón crucificado grita al Señor:

Jesús, acuérdate de mí, cuando vengas a tu reino.

Jesús le contesta inmediatamente: Hoy estarás conmigo, estarás conmigo en el paraíso. Lo que celebramos en esta fiesta de Cristo Rey es que en el reino, Jesús se acordará de nosotros. Por supuesto, a veces, creemos que Dios se olvida de nosotros . . . pero Dios no lo hace. A veces tenemos tanta vergüenza que esperamos que Dios sí se ha olvidado de nosotros . . . pero Dios no lo hace. Los brazos del Señor quedan abiertos para recibirnos. Por el profeta Dios nos promete:

Pero ¿acaso una madre olvida
a su propio hijo?
Pues aunque ella lo olvide,
yo no te olvidaré.

El Señor nos hizo, somos hechura de sus manos. Dios no puede olvidarnos. Eso es imposible. Porque el Señor se entregó a si mismo para nuestra salvación. Si el Señor se acuerda del ladrón de la cruz, se acordará de nosotros con amor. No importa lo que hemos hecho. Siempre se acordará de nosotros. Nos lleva siempre en su corazón. Y su memoria no desvanece.

Por eso, no tenemos miedo . . . pase lo que pase. Vivimos siempre en el corazón de Dios, en su memoria. Nunca nos olvidará. Siempre se acuerda de nosotros con amor. Y cuando lleguemos al final de la vida y no tenemos más esperanzas, el ladrón de la cruz nos da ánimo . . . y podemos gritar con él:

Jesús, acuérdate de mí, cuando vengas a tu reino.

Y Jesús lo hará. Y también vamos a escuchar las palabras de cariño y amor:

Hoy estarás conmigo, estarás conmigo,
en el paraíso.

No seremos olvidados . . . estaremos con, Jesús, el verdadero Rey del Universo.