R. Alabemos al Señor que sana los corazones quebrantados.
El Señor sana los corazones quebrantados,
y venda las heridas.
El puede contar el número de estrellas
y llama a cada una por su nombre.
R. Alabemos al Señor que sana los corazones quebrantados.
(Salmo 146)
A veces, como Job, necesitamos cantar el Blues: “Jamás estaré contento”. Pero la liturgia nos recuerda amablemente que Dios no nos ha abandonado. Podemos alabar al Señor porque Dios sana los corazones quebrantados. Aunque Dios llama a las estrellas por su nombre, Dios todavía se acuerda de nosotros.