Apareció entonces en el cielo una figura prodigiosa: una mujer envuelta por el sol, con la luna bajo sus pies y con una corona de doce estrellas en la cabeza.
(Apoc 12:1)
¿Quién soy yo, para que la Madre de mi Señor venga a verme?
(Lc 1:43)
En el año 1531, la aparición de la Virgen María a Cuauhtlatoatzin (bautizado como Juan Diego) fue el estímulo para la evangelización de las Américas. Los frutos de este momento perduran en la fe de los pueblos indígenas de estas tierras y sus descendientes. Una amiga (no latina) me dijo: “Esta es la única aparición de que no tengo dudas”. Lo que la Señora le dijo a Cuauhtlatoatzin fue muy sencillo: “Yo soy tu madre piadosa”. Pero ella se lo apareció como indígena y hablando su idioma. Y todavía la Morenita de Guadalupe sigue siendo la piadosa Madre de todos los discípulos de su Hijo.