Él fue quien concedió a unos ser apóstoles; a otros, ser profetas; a otros, ser evangelizadores; a otros, ser pastores y maestros. Y esto, para capacitar a los fieles, a fin de que, desempeñando debidamente su tarea, construyan el cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a estar unidos en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, y lleguemos a ser hombres perfectos, que alcancemos en todas sus dimensiones la plenitud de Cristo.
Así, ya no seremos como niños . . . .
(Efe 4:11-14)
Hemos de crecer en Cristo, para ser capacitados para el ministerio, para construir el Cuerpo de Cristo. Pero no lo podemos hacer si los pastores y maestros de la iglesia traten de mantenernos niños.