Hermanas y hermanos: No se inquieten por nada; más bien presenten en toda ocasión sus peticiones a Dios en la oración y la súplica, llenos de gratitud. Y que la paz de Dios, que sobrepasa toda inteligencia, custodie sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús. (Flp 4:7-8)
Uno de los privilegios de ser sacerdote es echar las bendiciones. Pero yo creo que todos debemos echar la bendición los unos a los otros con más frecuencia. Una de mis favoritas es de la Carta de San Pablo a los Filipenses:
La paz de Dios,
que supera todo lo que podemos pensar,
custodie sus corazones y sus pensamientos,
en el conocimiento y en el amor de Dios
y de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo.
R. Amén.
Y que la bendición de Dios todopoderoso,
del Padre, del Hijo + y del Espíritu Santo,
descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.
R. Amén.
La foto de hoy es de la tumba de San Francisco de Asís. Hoy es su fiesta. ¡Paz y Bien!