Los fariseos preguntaron a los discípulos: “¿Por qué su Maestro come con publicanos y pecadores?” Jesús los oyó y les dijo: “No son los sanos los que necesitan de médico, sino los enfermos. Vayan, pues, y aprendan lo que significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores”.
(Mt 9:11-13)
El comer y beber con pecadores es el centro del ministerio de la mesa de Jesús. De hecho, es uno de los más antiguos recuerdos de la Eucaristía. Y una época como la nuestra, cuando hay gente que quieren patrullar la Mesa del Señor, sería bueno recordar de que todos estamos invitados “a la cena del Señor”.