Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.

Hasta el presente pasamos hambre y sed, vamos pobremente vestidos y recibimos golpes; andamos errantes y nos fatigamos trabajando con nuestras propias manos. Nos maldicen y nosotros les deseamos el bien; nos persiguen y los soportamos; nos calumnian y correspondemos con bondad. Nos tienen, incluso hasta el día de hoy, como la basura del mundo y el desecho de la humanidad. (1 Cor 4:11-13)

Un día cuando estaba con mi guía espiritual, me dijo que Santa Teresa de Ávila una vez dijo al Señor: “Pues, ¡si tratas a tus amigos así, no es sorprendente que tienes muy poquitos!” Creo que San Pablo estaba pensando igual cuando escribió el pasaje arriba, pero, igual a Santa Teresa de Ávila, no quería cambiar la situación con nadie.