Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.

Luego la gloria del Señor se elevó del umbral del templo y se posó sobre los querubines. Al partir, los querubines desplegaron sus alas y se elevaron del suelo ante mis ojos. Se detuvieron a la entrada del pórtico oriental del templo del Señor, y la gloria del Dios de Israel estaba encima de ellos. Eran los mismos seres vivientes que yo había visto debajo del Dios de Israel, junto al río Kebar, y reconocí que eran los querubines. Cada uno tenía cuatro caras y cuatro alas, y unas como manos bajo las alas. Sus caras se parecían a las que yo había visto junto al río Kebar. Y todos caminaban hacia el frente. (Ezekiel 10:18-22)

El verano de los profetas sigue con el profeta Ezekiel. En la Biblia, las extrañas visiones del profeta Ezekiel son muy parecidas a las del Libro de Apocalipsis. Pues, las visiones de ambos libros tienen el mismo propósito—proclamar un mensaje de esperanza y salvación al pueblo sufriendo. Para Ezekiel, el pueblo está en exilio después de la destrucción de Jerusalén. Para el Libro de Apocalipsis, las comunidades cristianas están sufriendo terrible persecución. Tal vez, en nuestros tiempos difíciles, estas antiguas visiones puedan darnos nueva esperanza en “la gloria del Señor”.