Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.

Como bien lo saben, a cada uno de ustedes lo hemos exhortado con palabras suaves y enérgicas, como lo hace un padre con sus hijos, a vivir de una manera digna de Dios, que los ha llamado a su Reino y a su gloria. (1 Tes 2:9-13)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/082725.cfm
Santa Mónica exhortó a su hijo, Agustín, para que caminara como era digno del llamado de Dios, pero todo fue en vano. Entonces recurrió a sus armas más poderosas: la oración y las lágrimas. Finalmente, conquistó a su hijo, quien se convirtió en un gran maestro de la Iglesia. Mientras agonizaba en Italia, Agustín ansiaba llevarla de regreso a África, pero el barco se retrasó. Ella le dijo: «Hijo, no te preocupes por mi cuerpo, entiérrame donde muera, pero recuérdame siempre en el altar del Señor». La fiesta de San Agustín es mañana. https://youtu.be/8lkIBaR_sNQ?si=d53vjJtAvNWMh9TV