Entonces la reina Ester suplicó al Señor, diciendo: "Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob, ¡bendito seas! Ayúdame ahora a mí, porque no tengo a nadie más que a ti, Señor y Dios mío. Ayúdame, Señor, pues estoy desamparada. Pon en mis labios palabras acertadas cuando esté en presencia del león y haz que yo le agrade, para que su corazón se vuelva en contra de nuestro enemigo. Con tu poder, Señor, líbranos de nuestros enemigos. Convierte nuestro llanto en alegría y haz que nuestros sufrimientos nos obtengan la vida". (Ester 4:17n. p-r.aa-bb.gg-hh)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/031325.cfm
Ester es una de las mujeres más famosas de la Biblia. Su ejemplo de oración no es el éxtasis de una vida contemplativa . . . sino más bien el terror absoluto al enfrentarse a los enemigos de su pueblo. Y con la gracia de Dios, Ester prevalece. Cuando fue elegido, antes de impartir la bendición apostólica, el Papa Francisco inclinó la cabeza y nos pidió que recemos por él. Sigamos rezando unos por otros en esta Cuaresma y por el Papa Francisco.
Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.
Jueves I, Cuaresma
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