Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó: "¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor". (Lc 1:39-45)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/122124.cfm
Isabel habla por todos nosotros cuando pregunta por qué “la madre de mi Señor venga a verme”. Sin embargo, María viene trayendo el regalo más precioso. Que compartamos la fe de María que confió “en que se cumpliría lo anunciado de parte del Señor”.