El Señor descendió en una nube y se le hizo presente. Moisés pronunció entonces el nombre del Señor, y el Señor, pasando delante de él, proclamó: “Yo soy el Señor, el Señor Dios, compasivo y clemente, paciente, misericordioso y fiel”. (Ex 34:5-6)
Me da gusto ver los pasajes de las Escrituras escogidos por los hacedores del leccionario para las fiestas principales. El pasaje del Libro de Éxodo cuenta la historia de la segunda entrega de la LEY. Pero lo interesante no es la LEY misma, más bien la auto-revelación de Dios: “Yo soy el Señor, el Señor Dios, compasivo y clemente, paciente, misericordioso y fiel”. Y, por fin, San Pablo nos da una bendición de manera trinitaria:
La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo estén siempre con ustedes. (2 Cor 13:13)
Algunos piensan que el Sanctus triple (Santo, Santo, Santo) está hablando de la Santísima Trinidad, pero no es así. El hebreo de la Biblia no tenía el superlativo. Por eso, para expresar “santísimo” fue necesario repetir “santo” tres veces. Y entonces en la visión de Isaías, los serafines alaban a Dios cantando:
«Santo, santo, santo es el Señor Todopoderoso; toda la tierra está llena de su gloria» (Is 6:3)