Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.

Por eso, lo que menos me preocupa es que me juzguen ustedes o un tribunal humano; pues ni siquiera yo me juzgo a mí mismo. Es cierto que mi conciencia no me reprocha nada, pero no por eso he sido declarado inocente. El Señor es quien habrá de juzgarme. (1 Cor 4:1-5)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/090624.cfm
Hace mucho tiempo, en una parroquia muy, muy lejana, fundé un ministerio contra el SIDA. Algún tiempo después fui atacado por un grupo de «feligreses consternados». Así que un domingo hablé de eso en una homilía y así concluí «Como pastor y sacerdote, no daré la espalda a quienes viven con el VIH/SIDA. Como pastor y sacerdote, no daré la espalda a nuestros hermanos y hermanas gayy a sus familias. Un día tendré que presentarme ante el Señor y rendir cuentas de mi ministerio sacerdotal. Él es quien me juzgará, no ustedes. ¿Y cuál es la medida que usará? . . Lo que hiciste con uno de estos más pequeños, conmigo lo hiciste».