Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.

Esto es lo que el Señor me dijo: “Jeremías, ve a la casa del alfarero y ahí te haré oír mis palabras”.
Fui, pues, a la casa del alfarero y lo hallé trabajando en su torno. Cuando se le estropeaba la vasija que estaba modelando, volvía a hacer otra con el mismo barro, como mejor le parecía. (Jeremías 18:1-6)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/080124.cfm
La imagen de la casa del alfarero nos dice que Dios aún no ha terminado con nosotros. Puede que no salgamos como Dios espera, pero Dios sigue trabajando con nuestro barro y nos vuelve a formar y a hacer. San Alfonso de Ligorio (1696-1787) es recordado por su entrega: «Te amo, oh Jesús, Amor mío, más que a mi mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido. No permitas que vuelva a separarme de Ti. Haz que te ame siempre, y dispón de mí como te agrade».