Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.

Jesús dijo a los fariseos: "Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y telas finas y banqueteaba espléndidamente cada día. Y un mendigo, llamado Lázaro, yacía a la entrada de su casa, cubierto de llagas y ansiando llenarse con las sobras que caían de la mesa del rico. Y hasta los perros se acercaban a lamerle las llagas. Sucedió, pues, que murió el mendigo y los ángeles lo llevaron al seno de Abraham. Murió también el rico y lo enterraron. (Lc 16:19-31)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/022924.cfm
Nunca olvidaré el día en el seminario en que nuestro profesor de Nuevo Testamento nos explicó esta parábola y lo que le ocurrió al pobre cuando murió. El rico, cuando falleció, era enterrado, pero el pobre . . . bueno, los perros eran carroñeros en las ciudades del mundo antiguo.