La promesa que Dios hizo a Abraham y a sus descendientes, de que ellos heredarían el mundo, no dependía de la observancia de la ley, sino de la justificación obtenida mediante la fe. En esta forma, por medio de la fe, que es gratuita, queda asegurada la promesa para todos sus descendientes, no sólo para aquellos que cumplen la ley, sino también para todos los que tienen la fe de Abraham. Entonces, él es padre de todos nosotros, como dice la Escritura: Te he constituido padre de todos los pueblos. (Rom 4:13, 16-18)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/102123.cfm
Como reconoce San Pablo, todos los creyentes son descendientes de Abraham, porque Abraham es el “padre de todos nosotros”. La madre Laura Montoya (1874-1949) también creía que todos éramos hijos de Abraham. En su ministerio a los pueblos indígenas de Colombia, la Madre Laura trabajó para poner fin a la discriminación racial por la que fue criticada. En el consistorio (11 de febrero de 2013) en el que el Papa Benedicto XVI aprobó su canonización, anunció también su renuncia al papado. Fue su sucesor, el Papa Francisco, el primer Papa de América, quien canonizó a la Madre Laura el 12 de mayo de 2013. Gracias, Madre Laura, y gracias, Papa Francisco.
Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.
Santa Laura Montoya, religiosa, 21 de octubre
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