Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.

Hermanas y hermanos: No me avergüenzo de predicar el Evangelio, que es una fuerza de Dios para salvar a todos los que creen, a los judíos primeramente y también a los no judíos. (Rom 1:16-25)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/101723.cfm
Como San Pablo, San Ignacio de Antioquía (m. 108) no se avergonzó del Evangelio. Como San Pablo, San Ignacio también escribió cartas a las iglesias. Como San Pablo, San Ignacio escribió una carta a la comunidad de Roma donde, igual a San Pablo, iba a ser martirizado por la fe: “Yo soy el trigo de Dios y seré molido por los dientes de las fieras para llegar a ser el pan puro de Cristo”. (Carta a los Romanos)