Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.

Ofrecí la espalda a los que me golpeaban. No aparté mi rostro a los insultos y salivazos. (Is 50:4-9a)
Uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes y les dijo: "¿Cuánto me dan si les entrego a Jesús?" (Mt 26:14-25)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/040523.cfm
En esta Semana Santa, es importante que recordemos las palabras del Concilio Vaticano II (1965): “Lo que en su Pasión se hizo, no puede ser imputado ni indistintamente a todos los judíos que entonces vivían, ni a los judíos de hoy”. La iglesia advirtió: “no se ha de señalar a los judíos como reprobados de Dios ni malditos”. Y por fin, dijo el Concilio: “la Iglesia, que reprueba cualquier persecución contra los hombres, consciente del patrimonio común con los judíos, e impulsada la religiosa caridad evangélica, deplora los odios, persecuciones y manifestaciones de antisemitismo de cualquier tiempo y persona contra los judíos” (Nostra Aetate, 4).