Entonces se dijeron unos a otros: "Construyamos una ciudad y una torre que llegue hasta el cielo, para hacernos un nombre antes de dispersarnos por la tierra". El Señor dijo: “Vayamos, pues, y confundamos su lengua, para que no se entiendan unos con otros". Entonces el Señor los dispersó por toda la tierra y dejaron de construir su ciudad; por eso, la ciudad se llamó Babel, porque ahí confundió el Señor la lengua de todos los hombres. (Gén 11:1-9)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/021723.cfm
La historia de la Torre de Babel no es una invectiva contra el urbanismo . . . más bien es una historia sobre aquellos que quieren hacerse un nombre en lugar de aceptar el nombre que Dios les ha dado, “Pueblo mío”.
Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.
Viernes, Semana VI, Tiempo Ordinario
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