R. Enséñanos, Señor, el camino de la vida. Protégeme, Dios mío, pues eres me refugio. Yo siempre he dicho que tú eres mi Señor. El Señor es la parte que me ha tocado en herencia: mi vida está en sus manos. R. Enséñanos, Señor, el camino de la vida. Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente al Señor y con él a mi lado, jamás tropezaré. R. Enséñanos, Señor, el camino de la vida. Por eso se me alegran el corazón y el alma y mi cuerpo vivirá tranquilo, porque tú no me abandonarás a la muerte ni dejarás que sufra yo la corrupción. R. Enséñanos, Señor, el camino de la vida. Enséñame el camino de la vida, sáciame de gozo en tu presencia y de alegría perpetua junto a ti. R. Enséñanos, Señor, el camino de la vida.
La iglesia primitiva buscaba en las Escrituras para entender el Escándalo de la Cruz. Las lecturas de la temporada de la Pascua nos enseñan no solo la predicación de la iglesia primitiva, pero también de su plena alegría en la Resurrección.