En aquel tiempo, se presentó ante Jesús un doctor de la ley para ponerlo a prueba y le preguntó: "Maestro, ¿qué debo hacer para conseguir la vida eterna?" Jesús le dijo: "¿Qué es lo que está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella?" El doctor de la ley contestó: "Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu ser, y a tu prójimo como a ti mismo". Jesús le dijo: "Has contestado bien; si haces eso, vivirás". El doctor de la ley, para justificarse, le preguntó a Jesús: "¿Y quién es mi prójimo?" (Lc 10:25-37)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/071022.cfm
¿Quién es mi prójimo? Bueno, lo que sigue es la Parábola del Buen Samaritano. Por supuesto, Jesús pone el mundo patas arriba y arruina una broma anticlerical perfectamente buena (el sacerdote y el levita ven al hombre medio muerto y lo pasan de largo) al hacer que el enemigo del hombre (el samaritano) sea el que le salve la vida.
Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.
XV Domingo, Tiempo Ordinario
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