Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.

Después de escuchar las palabras del ángel, las mujeres se alejaron a toda prisa del sepulcro, y llenas de temor y de gran alegría, corrieron a dar la noticia a los discípulos. Pero de repente Jesús les salió al encuentro y las saludó. Ellas se le acercaron, le abrazaron los pies y lo adoraron. Entonces les dijo Jesús: “No tengan miedo. Vayan a decir a mis hermanos que se dirijan a Galilea. Allá me verán”. (Mt 28:8-10)

El Octavo de la Pascua nos invita a celebrar cada día de esta semana como la Pascua misma. Vemos al Señor Resucitado por medio de las historias de las apariencias del Resucitado a los primeros discípulos como si fuéramos pasando por las horas del primer Domingo de Pascua. Y a estas historias agregamos nuestras propias, porque hemos visto al Señor Resucitado quien nos prometió: “Estaré con ustedes hasta el fin del mundo” (Mt 28:20).