Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.

Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre y habiendo amado a los suyos, que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. (Jn 13:1)

En el Cuarto Evangelio, el Lavatorio de los Pies es el centro de la última cena que tuvo Jesús con sus discípulos. Como dice el Señor, “Pues si yo, que soy el Maestro y el Señor, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros”. Si Jesús se humilla para ir a la Cruz por nosotros, entonces estamos llamados a lavar los pies los unos a los otros. Tal vez, esto es el punto de “habiendo amado a los suyos, que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo”. Jesús, el que vino no para ser servido, sino para servir, y dar su vida en rescate de todos.