En aquel tiempo, vio Jesús a un publicano, llamado Leví (Mateo), sentado en su despacho de recaudador de impuestos, y le dijo: “Sígueme”. Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió. Leví ofreció en su casa un gran banquete en honor de Jesús, y estaban a la mesa, con ellos, un gran número de publicanos y otras personas. Los fariseos y los escribas criticaban por eso a los discípulos, diciéndoles: “¿Por qué comen y beben con publicanos y pecadores?” Jesús les respondió: “No son los sanos los que necesitan al médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores, para que se conviertan”. (Lc 5:27-32)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/030522.cfm
Cuando el Papa Francisco habla de la Eucaristía y dice que la Comunión no es el premio por buena conducta sino que es medicina para los enfermos, es a este pasaje al que se refiere. Como nos recuerda el Gran Médico, “No son los sanos los que necesitan al médico, sino los enfermos”. Hoy tenemos un hermoso himno ucraniano a la Virgen María, la Madre Dolorosa.
Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.
Sábado de Ceniza y de la Bienaventurada Virgen María
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