Entonces Jesús se enderezó y le preguntó: “Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Nadie te ha condenado?” Ella le contestó: “Nadie, Señor”. Y Jesús le dijo: “Tampoco yo te condeno. Vete y ya no vuelvas a pecar”. (Jn 8:10-11)
En la historia de Susana y los Dos Ancianos (Daniel 13:1-64), toda la asamblea “levantó la voz y bendijo a Dios, que salva a los que esperan en él. Aquel día se salvó una vida inocente.” Pero el evangelio de Jesús y la Mujer Adúltera es otra historia por completo. Tal vez se debiera decir: “Aquel día se salvó una vida NO inocente.” O como dijo el afiche de la casa de retiros de la diócesis que mostró una mano con piedra: “Un día le pidieron a Jesús su apoyo para la pena de muerte, y les dijo, “Aquel de ustedes que no tenga pecado, que le tire la primera piedra.”