Llegaron a Cafarnaúm, y una vez en casa, les preguntó: “¿De qué discutían por el camino?” Pero ellos se quedaron callados, porque en el camino habían discutido sobre quién de ellos era el más importante. Entonces Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: “Si alguno quiere ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos”. (Mc 9:30-37)
La ambición cristiana está en todos nosotros. No es de extrañar que el Señor tenga que sentarse y llamarnos y darnos una enseñanza. Quizás de aquí proviene el título más preciado de los papas: “Siervo de los Siervos de Dios”.