Salmo 147
R. Glorifica al Señor, Jerusalén.
Glorifica al Señor, Jerusalén;
a Dios ríndele honores, Israel.
El refuerza el cerrojo de tus puertas
y bendice a tus hijos en tu casa.
R. Glorifica al Señor, Jerusalén.
El mantiene la paz en tus fronteras,
con su trigo mejor sacia tu hambre.
El envía a la tierra su mensaje
y su palabra corre velozmente.
R. Glorifica al Señor, Jerusalén.
Le muestra a Jacob su pensamiento,
sus normas y designios a Israel.
No ha hecho nada igual con ningún pueblo,
ni le ha confiado a otro sus proyectos.
R. Glorifica al Señor, Jerusalén.
Algunos confunden la Jerusalén terrenal con la Jerusalén celestial, nuestra madre. Pero la enseñanza de la Biblia es muy clara--lo que esperamos es la Jerusalén celestial, como dice la Carta a los Hebreos: Ustedes se han acercado al monte Sión, y a la ciudad del Dios viviente, la Jerusalén celestial, y a muchos miles de ángeles reunidos para alabar a Dios (Heb 12:22). Y también la visión del Libro del Apócalipsis: Después vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra habían dejado de existir, y también el mar. Vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, de la presencia de Dios. Estaba arreglada como una novia vestida para su prometido (Apóc 21:1-2).