Jacob mandó a Judá por delante para que le avisara a José y le preparara un sitio en la región de Gosén. Cuando ya estaban por llegar, José enganchó su carroza y se fue a Gosén para recibir a su padre. Apenas lo vio, corrió a su encuentro y, abrazándolo largamente, se puso a llorar. Jacob le dijo a José: “Ya puedo morir tranquilo, pues te he vuelto a ver y vives todavía”.
(Gén 46:1-7, 28-30)
Una reunión largamente esperada entre un padre y un hijo, más de 10 años en algunos casos, bueno, ¡no hay nada mejor que eso!