El hombre le dijo: “Suéltame, pues ya está amaneciendo”. Jacob le respondió: “No te soltaré hasta que me bendigas”. (Gén 23:23-33)
Al ver a las multitudes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y desamparadas, como ovejas sin pastor. (Mt 9:32-38)
A veces, cuando hemos luchado y perseverado, no debemos soltar al ángel hasta que hayamos pedido una bendición. Y el Señor nos dará una bendición, porque él es el Buen Pastor y siempre tenemos un lugar en su corazón.